Tengo la suerte de haber vivido desde la infancia en el mundo del vino, ya que mi familia se dedica desde hace generaciones a ello como productores en el Valle del Ródano. Pero a veces, cuando hablo con gente sobre ello me dicen: «Qué suerte» o «Qué bonito trabajo esto de ser productor«… y otras cosas parecidas.
Creo que es bueno aclarar la realidad de la vida de ser productor de vino. Y la realidad es todo menos bonita. La realidad es que la vida de productor es durísima, por varios motivos:
- Ya no basta con entender de vinos y la elaboración de los mismos, sino que se necesita ser un gestor y financiero brillante, que sepa liderar una empresa , y que sea un magnífico comercial que sea capaz de dar guerra e ir a crear mercado tanto en su zona como en su propio país como en la exportación.
- Se trata de un sector en el cual (salvo raras excepciones) los márgenes son pequeñísimos, y la fuerza del canal Retail y Horeca aprieta tanto que se vende casi sin beneficio.
- Un sector que es una agricultura, con lo que las intemperies y posibles desgracias (granizo, lluvias durante las vendimias, etc.) están a la orden del día y pueden dejarte de golpe sin producción y sin ingresos lógicamente durante 1 año.
- Un sector que ha visto desde hace unos años llegar una competencia desde los paises del nuevo mundo que son mucho más competitivos en precio.
- La vida de un productor es además muy dura en cuanto a horas y días de trabajo. No descansan nunca entre el trabajo de la tierra, las ferias, la venta…
- Un sector en el cual la aparición de grandes empresas de vinos y licores con grandes medios y fuerza comercial ahoga a los pequeños productores porque es muy difícil luchar contra eso.
- Un sector en el que el legado se transmitía de padre en hijo, pero muchos de los hijos a día de hoy no quieren trabajar en ello. Y el vino es algo que transmite familia, personalidad, tradición… y no puede subcontratarse la gestión a un tercero.
- Un sector que ha pasado por excesos de producción continuos y bajadas de consumo en países grandes como España que no tienen previsto solucionarse en breve.
- El productor lucha también contra los gobiernos, ministerios de sanidad y las leyes, que buscan cada día más considerar al vino como la causa de muchos males.
Pese a todo esto, ser productor es una bendición y un trabajo que se realiza sobretodo por amor y ello compensa todos estos males. Por amor a la familia, a unas tierras, a una tradición, a una forma de vivir y sentir la vida.
Así que yo más bien diría sobre ser productor: Es el trabajo más duro y extenuante que conozco, y sólo se hace por amor.